sábado, 16 de agosto de 2014

La competencia docente y los trayectos formativos.

El proceso enseñanza – aprendizaje está plagado de mitos y realidades sobre los cuales subyace el quehacer docente, entre estos la competencia que debe poseer quien se encuentra frente a grupo, y que en ocasiones solo basta su formación profesional y una preparación “pedagógica” o “didáctica” pobre y en ocasiones nula para desempeñarse como tal.

Cómo esperar entonces que transformen su realidad (docente), y sobre todo, la de sus alumnos (educativa), ya que de fondo impactará en estos últimos en la forma como enfrenten su problemática social (individuos en desarrollo).

Quizá quienes hayan tenido como formación una escuela normal, sepan más sobre su realidad magisterial, dentro y fuera del aula (en la clase y en la escuela). Pero, salvo honrosas ocasiones, quienes fungen como maestros sólo se preparen en la actividad docente de manera intuitiva con base en lo que vivieron en su experiencia personal como educandos, es como llegan a trasladar la forma de impartir una clase, utilizando lo “correcto” que hubieran esperado de la forma como fueron “educados” escolarmente.

Hasta hace no mucho tiempo, se creía que con que el futuro profesor poseyera dominio sobre las materias sobre las cuales ejercería la labor docente, era razón suficiente para conducir un grupo de estudio escolarmente hablando, quizá no tanto a nivel primaria, porque el magisterio normalista bien pudo defender su interés de ejercicio profesional sobre la educación básica del momento (educación primaria exclusivamente, antes de que se hiciera extensiva hasta la educación secundaria en el 2001).

Podemos imaginar entonces la competencia tan limitada que poseían los “profesionales” que se dedicaban a la labor docente en los niveles de educación, secundaria, preparatoria (media superior) y universitaria (superior). Como si el dominio sobre los temas que conformaran la materia de estudio fuera garantía de generación de aprendizajes en los alumnos.

Los resultados no son tan difíciles de encontrar, rememoremos en nuestra educación escolar personal el ejemplo de malos maestros que tuvimos en nuestros años mozos. Algunos de ellos, en cuanto a sus carencias docentes, no por la falta de entusiasmo, pero si por la falta de una formación seria en este rubro.

En lo personal, en mi formación universitaria como pedagogo, tuve en su momento oportunidad de revisar diversos planes de estudio de las demás facultades de mi campus, y de acuerdo a sus planes de estudio, señalaban que el futuro profesional, en cuanto al perfil de egreso, entre otras actividades, podría dedicarse a la investigación, asesoría y a la docencia dentro de su campo de acción. Y la docencia ni siquiera considerada en los más de los casos como una materia obligatoria, sino optativa. No hablo aquí de la congruencia en la formación profesional que bien podría ser un tema de tesis, sino la facultad que podrían tener los futuros profesionales viendo como una posibilidad de ejercicio profesional la docencia, y que no se preparan propiamente para ello.

En mi formación profesional, haciendo una reflexión de mi propia preparación curricular, no existía en el plan de estudios de la carrera universitaria, una materia exprofeso sobre docencia, esta más bien era inherente, transversal, al perfil del pedagogo.

De aquí que, bajo un rasgo de humildad y preocupación en la preparación profesional, como pedagogo, me inscribí a un curso de “Formación docente”, en el departamento de Educación Continua. En mi grupo existían estudiantes de todas las carreras y de todos los niveles. Prácticamente a todos los asistentes les extrañó observar a un pedagogo en el grupo, pues pareciera que su formación es la más cercana al ejercicio de la docencia. Puedo decir que, si antes del curso que tuvo una duración de dos semestres, admiraba la labor docente, al término del mismo respeto aun más esta profesión, a la cual no cualquiera puede dedicarse, o por lo menos para considerarse competente, pues conocimiento y habilidad, aquí menos que en otro ámbito, pueden estar desasociados, lo mismo que la actitud profesional (ética) que debe prevalecer en esta labor tan noble y poco reconocida socialmente.

En estos días en que la formación por competencias es un enfoque educativo vigente y por demás viable, Patricia Frola nos da luz al proponer un trayecto formativo para la competencia docente, en donde centra su atención en cinco competencias genéricas, académica, organizativa, didáctica, comunicativa e integradora; en este caso, no centrando ya en el interés del dominio de la materia de estudio o del proceso enseñanza – aprendizaje exclusivamente, sino vista la competencia docente desde un enfoque holístico, sistémico.

Por otra parte, en cuanto a las competencias específicas, se centran en el aprendizaje, el trabajo de colaboración, de gestión, de implicación de los padres de familia, el uso de tecnologías, la ética y la formación continua.

Sin duda, la propuesta formativa del perfil docente no es acabado, por el contrario, se propone desde mi perspectiva de forma dialéctica, reflexiva.

Quizá yendo más allá de la Propuesta de Patricia Frola, sea involucrar a todos los entes que intervienen en la tarea educativa, y no sólo a los maestros, alumnos y padres de familia, sino también a las autoridades y agentes que están involucrados, tanto en materia de gestión como de administración educativa.

A manera de conclusión puedo señalar sin duda, que la educación es un tema en constante trasformación, producto de los constantes cambios sociales, y a los cuales debe adaptarse. Cambio en el cual el maestro está inmerso y partícipe principal en el escenario de la educación; pues a toda propuesta educativa, quizá inicie con una política en este rubro, pero el artífice para llevar a cabo el cambio dentro del aula es precisamente el maestro.

Referencias.

Patricia Frola (2013). "Maestros competentes a través de la planeación y la evaluación por competencias”. México, Trillas.

Programa Nacional de Educación 2001 – 2006. Reforma Integral de Educación Secundaria publicada por la Subsecretaría de Educación Básica y Normal en noviembre de 2002.


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